FATIGA VISUAL DIGITAL Y LUZ AZUL: MITOS Y REALIDADES

Como es evidente en este tiempo, el efecto del confinamiento debido a la pandemia de Sars Cov-2, no solo nos obligó a cambiar estilos de vida e interacciones sociales, sino que también el modo de trabajo: desde la oficina nos tuvimos que trasladar a nuestro hogar y transformarlo en un improvisado home office que será nuestra nueva realidad por bastante tiempo.

Como consecuencia de esto, estamos más horas frente a dispositivos electrónicos, generando muchos efectos secundarios indeseables que para los pacientes es motivo de consulta muy frecuente en la atención oftalmológica habitual.

Cuando miras una pantalla durante muchas horas seguidas, ya sea un notebook, TV, teléfono o tableta, estás expuesto a la luz azul del dispositivo. Sin embargo, no existe evidencia científica de que la luz azul de los dispositivos digitales cause daño a nivel ocular.

 La incomodidad que sienten algunas personas después de mirar las pantallas por tiempo prolongado es probablemente debido a la llamada “fatiga visual digital”. Al mantener sostenidamente la mirada frente a un dispositivo electrónico de cerca, se produce un fenómeno integrado de acomodación del cristalino (para mantener el foco de la imagen en la retina) y convergencia de los ojos hacia el centro (para ajustar la imagen macro de cerca), lo que obliga a una contracción sostenida de la musculatura extraocular y miosis (contracción de esfínter pupilar) asociada para concentrar los rayos de luz en la retina (al igual que un obturador o diafragma de una cámara fotográfica). Sumado a esto, la mayoría de nosotros parpadeamos menos cuando miramos las pantallas, lo que causa fatiga visual y ojos secos. La frecuencia de parpadeo puede llegar a ser muy baja lo que, además, genera visión borrosa o fluctuaciones de agudeza visual: si se suma todo esto, tendremos una gran cantidad de síntomas como: sensación de visión borrosa, pérdida de foco, sensación de arenilla en los ojos, ojos rojos, cefalea frontal, entre otros. Todo esto hace que los pacientes sientan incomodidad después de muchas horas de trabajo y decidan consultar en busca del tan anhelado “lente de descanso” que, como veremos más adelante, no es la solución.

En términos fisiológicos generales, la luz azul incide en el ritmo circadiano del cuerpo, ósea nuestro ciclo natural de vigilia y sueño. Durante el día, la luz azul nos despierta y estimula para activar una serie de ejes hormonales. Al atardecer y disminuir el espectro de longitud de onda azul, se activan otros ejes hormonales internos que nos preparan para el sueño nocturno. Sin embargo, una exposición excesiva a la luz azul a altas horas de la noche desde su teléfono, tableta o computador podría dificultar la conciliación y mantención del sueño, al alterar la liberación de melatonina por parte de la glándula pineal ubicada en el cerebro y que nos prepara para iniciar la fase de sueño, fundamental para mantener la homeostasis o equilibrio interno de nuestro cuerpo.

Es por eso, que se recomienda entre otras medidas de higiene del sueño, intentar limitar el tiempo que pasa frente a la pantalla dos o tres horas antes de irse a la cama. Muchos dispositivos tienen configuraciones nocturnas (night mode) que minimizan la exposición a la luz azul por la noche cambiando el color de pantalla a longitudes de onda cálidas, lo que favorece la liberación de melatonina y el sueño reparador. 

Aunque las personas a menudo asocian la luz azul con computadoras y teléfonos, la mayor fuente de luz azul es la luz solar. Otras fuentes incluyen luz fluorescente, ampolletas fluorescentes compactas y luz LED. Sin embargo, la exposición a la luz azul de las pantallas es mucho menor que la cantidad de luz azul que recibimos al exponernos al sol y no genera más daño que la luz azul del sol.

Sí está demostrado que la exposición en exceso a la luz ultravioleta del sol aumenta los riesgos de enfermedades oculares, como cataratas, tumores oculares en personas susceptibles (melanoma) y otros tipos de neoplasias y tumores benignos de superficie ocular (pingueculas, pterigión, carcinoma espinocelular de conjuntiva, entre otros). 

La mejor manera de proteger tus ojos contra la “fatiga visual digital” de la luz azul en los dispositivos, es tomar descansos regulares usando la regla «20-20-20»: cada 20 minutos, mover los ojos para mirar un objeto al menos a 20 pies (6 metros) de distancia durante al menos 20 segundos. También puedes utilizar lágrimas artificiales prescritas por tu oftalmólogo previa evaluación. La utilización de anteojos que dicen proteger tus ojos contra la luz azul no es recomendada, debido a la falta de evidencia demostrada sobre su efectividad: con estos dos simples actos evitaremos incurrir en gastos innecesarios y podremos resolver un gran porcentaje de pacientes que solo necesitan descanso ocular y lubricación. Si los síntomas persisten es importante consultar, pues puede haber enfermedades oftalmológicas subdiagnosticadas (vicios de refracción, alteraciones de convergencia, estrabismos descompensados) que requieren de evaluación oportuna por un especialista. 

Siempre en oftalmología la detección precoz y el tratamiento oportuno permite optar a un mejor pronóstico. Por tanto, no olvides que anticipándose con una atención oportuna puedes salvar tu visión.

Escrito por el Dr. Marcelo Reyes, coordinador de oftalmología en Medicien.

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